jueves, 28 de diciembre de 2006



Ernesto de la Torre Villar

Entre los estudiosos americanos del siglo veinte, pocos son los que hayan realizado obra seria y ameritada. El mundo indígena, la larga historia colonial, la insurgencia y el desorganizado siglo diecinueve tuvieron selectos cultores. Villacorta y Rodas en Guatemala, Fernando Ortiz en las Antillas, Valcárcer en el Perú, Ricardo Donoso y Eugenio Salas en Chile; en Argentina Ricardo Levene, en México Silvio Zavala y volviendo al Perú contamos con Guillermo Lohmann Villena.

De antigua estirpe limeña Lohmann Villena, quien tuvo excelente formación y quien más tarde la acrecentaría en instituciones europeas, sirvió a su país tanto en el ámbito de la enseñanza pues, luego de haber surgido de la Pontificia Universidad Católica del Perú, fue profesor honorario del Departamento de Humanidades en el cual recibió la distinción del galardón José de la Riva Agüero y Osma. También fue rector de la Universidad del Pacífico. Fue de los fundadores de la Sociedad Peruana de Historia en 1945 y posteriormente miembro destacado de la Academia de Historia Peruana.

En medio de intensa actividad actuó como director del Archivo General de la Nación y de la Biblioteca Nacional del Perú. También dirigió con gran celo la Academia Diplomática.

Ingresó temprano a la diplomacia, en la cual desempeñó varios cargos con lucidez y atingencia. Al final figuró como embajador representante del Perú ante la UNESCO y posibilitó el ingreso del Perú en el Comité Internacional de Ciencias Históricas.

Su producción histórica en libros y revistas especializados fue grande y de calidad. En los últimos años produjo: Inquisidores, virreyes y disidentes (1999); Familia, linajes y negocios entre Sevilla y las Indias: los Almonte, y Plata del Perú, riqueza de Europa (2004), amén de otras obras de gran trascendencia, fruto de sus meditaciones y de su continuo trabajo en los archivos españoles y peruanos.

Un buen conocedor de la historiografía peruana, Fred Brionna, lo llamó “el gigante del grupo”.

Auténtico caballero, estudioso incansable, su imagen en los medios académicos españoles y peruanos tuvo el respeto de todos sus colegas y amigos.

Vinculado familiarmente a España, formó familia respetable y gozó de la simpatía de sus colegas americanos que en él veían un dechado de investigador inteligente y minucioso, de un amigo cordial y excelente investigador.

Falleció en España en 2005. Dejó además de preciosa colección de trabajos, memoria de una existencia llena de esfuerzos, el calor de su cordial simpatía y su altísima calidad humana. 

  OBITUARIOS

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