Ernesto de la Torre Villar
Entre los estudiosos americanos del siglo veinte, pocos son
los que hayan realizado obra seria y ameritada. El mundo indígena, la larga
historia colonial, la insurgencia y el desorganizado siglo diecinueve tuvieron
selectos cultores. Villacorta y Rodas en Guatemala, Fernando Ortiz en las
Antillas, Valcárcer en el Perú, Ricardo Donoso y Eugenio Salas en Chile; en
Argentina Ricardo Levene, en México Silvio Zavala y volviendo al Perú contamos
con Guillermo Lohmann Villena.
De antigua estirpe limeña Lohmann Villena, quien tuvo
excelente formación y quien más tarde la acrecentaría en instituciones
europeas, sirvió a su país tanto en el ámbito de la enseñanza pues, luego de
haber surgido de la Pontificia Universidad Católica del Perú, fue profesor
honorario del Departamento de Humanidades en el cual recibió la distinción del
galardón José de la Riva Agüero y Osma. También fue rector de la Universidad
del Pacífico. Fue de los fundadores de la Sociedad Peruana de Historia en 1945
y posteriormente miembro destacado de la Academia de Historia Peruana.
En medio de intensa actividad actuó como director del Archivo
General de la Nación y de la Biblioteca Nacional del Perú. También dirigió con
gran celo la Academia Diplomática.
Ingresó temprano a la diplomacia, en la cual desempeñó varios
cargos con lucidez y atingencia. Al final figuró como embajador representante
del Perú ante la UNESCO y posibilitó el ingreso del Perú en el Comité
Internacional de Ciencias Históricas.
Su producción histórica en libros y revistas especializados
fue grande y de calidad. En los últimos años produjo: Inquisidores, virreyes y
disidentes (1999); Familia, linajes y negocios entre Sevilla y las Indias: los
Almonte, y Plata del Perú, riqueza de Europa (2004), amén de otras obras de
gran trascendencia, fruto de sus meditaciones y de su continuo trabajo en los
archivos españoles y peruanos.
Un buen conocedor de la historiografía peruana, Fred Brionna,
lo llamó “el gigante del grupo”.
Auténtico caballero, estudioso incansable, su imagen en los
medios académicos españoles y peruanos tuvo el respeto de todos sus colegas y
amigos.
Vinculado familiarmente a España, formó familia respetable y
gozó de la simpatía de sus colegas americanos que en él veían un dechado de investigador
inteligente y minucioso, de un amigo cordial y excelente investigador.
Falleció en España en 2005. Dejó además de preciosa colección
de trabajos, memoria de una existencia llena de esfuerzos, el calor de su
cordial simpatía y su altísima calidad humana.
OBITUARIOS